La creación del cuerpo pericial especializado en casos de corrupción tuvo su origen en la conferencia de jueces realizada en Mar del Plata en 2014. Allí un grupo de jueces federales le plantearon el Dr. Ricardo Lorenzetti su inquietud.
Poco tiempo después se dictó la acordada de la Corte Suprema y comenzó a materializarse la idea. La primera cuestión que aparece es qué será de la suerte del Cuerpo de Peritos Contadores, que es el organismo que hasta el presente recibe y realiza todos los peritajes contables en materia penal, al restarle los casos de fraudes contra la administración pública.
La creación de un cuerpo de expertos anticorrupción es una idea atractiva, que suena bien y que genera nuevas esperanzas para enfrentar este mal que afecta al país.
Pero su puesta en marcha no puede ser el resultado de la improvisación ni el oportunismo político. En esta semana se entrevistó a los candidatos preseleccionados y se aprobó su incorporación, todo a gran velocidad.
Todavía no existe un proyecto de cómo funcionará, cuáles son sus objetivos, qué grado de avance técnico se busca, qué mecanismos de investigación serían incorporados, ni siquiera está previsto el lugar físico dónde funcionará. Todo es materia de improvisación.
Dos de los tres miembros seleccionados serán transferidos del cuerpo de peritos contadores de la Corte. El resto de los cargos aún están vacantes: ingenieros, abogado y contador. No se ha previsto la incorporación de expertos en tecnologías, aquellas sin las cuáles no puede funcionar ningún gabinete técnico que se precie de tal.
El caso Nisman puso en evidencia las graves falencias de que adolece el sistema de investigación pericial. Estas cuestiones deben quedar resueltas en los nuevos cuerpos que se constituyan. Se debe alcanzar los más altos grados de excelencia que sea posible y garantizar su total independencia.
Un serio problema por resolver es la extensa duración de los delitos complejos. Además de jueces capaces se requiere cuerpos periciales bien dotados de recursos, con acceso a las técnicas más desarrolladas.
Poco tiempo después se dictó la acordada de la Corte Suprema y comenzó a materializarse la idea. La primera cuestión que aparece es qué será de la suerte del Cuerpo de Peritos Contadores, que es el organismo que hasta el presente recibe y realiza todos los peritajes contables en materia penal, al restarle los casos de fraudes contra la administración pública.
La creación de un cuerpo de expertos anticorrupción es una idea atractiva, que suena bien y que genera nuevas esperanzas para enfrentar este mal que afecta al país.
Pero su puesta en marcha no puede ser el resultado de la improvisación ni el oportunismo político. En esta semana se entrevistó a los candidatos preseleccionados y se aprobó su incorporación, todo a gran velocidad.
Todavía no existe un proyecto de cómo funcionará, cuáles son sus objetivos, qué grado de avance técnico se busca, qué mecanismos de investigación serían incorporados, ni siquiera está previsto el lugar físico dónde funcionará. Todo es materia de improvisación.
Dos de los tres miembros seleccionados serán transferidos del cuerpo de peritos contadores de la Corte. El resto de los cargos aún están vacantes: ingenieros, abogado y contador. No se ha previsto la incorporación de expertos en tecnologías, aquellas sin las cuáles no puede funcionar ningún gabinete técnico que se precie de tal.
El caso Nisman puso en evidencia las graves falencias de que adolece el sistema de investigación pericial. Estas cuestiones deben quedar resueltas en los nuevos cuerpos que se constituyan. Se debe alcanzar los más altos grados de excelencia que sea posible y garantizar su total independencia.
Un serio problema por resolver es la extensa duración de los delitos complejos. Además de jueces capaces se requiere cuerpos periciales bien dotados de recursos, con acceso a las técnicas más desarrolladas.
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