Mientras los casos Nisman y Maldonado por un lado y los numerosos casos de corrupción, por el otro, demandan cada vez mayores exigencias técnicas, equipamientos, independencia y evolución tecnológica, la Corte Suprema acaba de dictar su congelamiento o sentencia de muerte.
En efecto, los directores periciales desde 1992 a la fecha fueron funcionarios inoperantes sin autonomía, con altos sueldos y escasas atribuciones.
Ahora se degrada esta función aún más, al rango de oficina, mientras al director del nuevo "Centro de Asistencia Judicial Federal" se le da mayores responsabilidades, se le suman funciones, no se le asigna casi ninguna atribución y nula autonomía económica. Pasa a ser un organismo inoperante y burocrático.
La CS se sacó de encima a los peritos y a otras oficinas, y dejó que naveguen a la deriva, sin rumbo, sin destino y sin objetivos. Muy lamentable. Esta decisión significa un nuevo gran retroceso para el país. El resultado es cuestión de tiempo.
Al no poner una persona apasionada y reconocida en investigaciones al frente de la nueva estructura y no darle amplias facultades para contratar personas y equipar tecnológicamente, se está condenando a la degradación de los cuerpos periciales.
Es probable que se busquen razones que tiendan a justificar la medida, pero el efecto real será -sin lugar a dudas- el alejamiento de cualquier aspiración de mejora o actualización en ninguno de sus aspectos.
Los valores de un investigador
Un perito además de conocer muy bien su profesión y especialidad debe tener una clara convicción de llegar a la verdad y para ello destinar los esfuerzos necesarios.
Los informes y dictámenes periciales debe permitir a los jueces y magistrados tener a su alcance las elementos de juicio necesarios para resolver con fundamento los casos y dictar las sentencias.
Breve reseña
Hasta el año 1992 los cuerpos periciales dependían de la Cámara Criminal y Correccional común. Los decanos tenían un trato directo con el presidente de la cámara y juntos se resolvían las situaciones y problemas que surgían.
En ese año la Corte Suprema asumió la superintendencia de todos los cuerpos periciales y creó el cargo de director pericial. Alguno de los magistrados de la Corte tuvieron una supervisión directa de cada cuerpo pericial. Por ejemplo, la Dra. Carmen Argibay estuvo a cargo del Cuerpo Médico Forense y la Dra. Elena Higthon de Nolasco e Cuerpo de Peritos Contadores Oficiales, entre los más conocidos. Aunque las decisiones se tomaban en forma colegiada en el seno de la Corte.
Las propuestas de mejoras tecnológicas u operativas nunca fueron propiciadas y tampoco aceptadas.
Ahora, degradar al director pericial al rango de jefe de oficina y crear el Centro de Asistencia que agrupa peritos, pero también a las oficinas de mandamientos, notificaciones, subastas y archivo, es clara demostración del bajo interés de la actual Corte Suprema por parte de los cuerpos periciales.
Solo parece haber quedado fuera de esa cuenta el Cuerpo de Peritos Especializados en Casos de Corrupción y Delitos contra la Administración Pública, que parece depender en forma directa de la Corte Suprema o de su presidente.